Cuando nos tocó estar en la escuela, los maestros
nos hacían repetir las tablas de multiplicación.
Nos pedían que deletreáramos palabras
vez tras vez, generalmente en voz alta y enfrente del
grupo. Nos hacían preguntas acerca de hechos
históricos. Durante la clase de geografía,
llenábamos los nombres de los estados de capitales
en los espacios vacíos de los mapas. Al mismo
tiempo, memorizábamos muchas cifras y datos.
Pregunta: ¿Considera usted que sea igual
de útil para nuestros niños lo que se
consideraba que era bueno para nosotros hace 20 años?
He aquí una opción de respuestas:
-
Sin lugar a dudas que sí. Lo que fue útil
para mí debe ser útil para mi hijo.
-
Quizás. Es importante saber lo básico,
pero los tiempos están cambiando.
-
No necesariamente. Yo quiero que mis hijos piensen
de manera constructiva acerca del mundo que les
rodea y que desarrollen un gusto por el aprendizaje
que sea duradero.
-
No lo sé. Vuélvame a preguntar después.
¿Qué respuesta escogió?
El aprender nuevas palabras y memorizar las tablas
de multiplicación y hechos históricos
son importante, pero no basta con esto. Queremos que
nuestros estudiantes no sólo sean buenos en la
ortografía, queremos que comprendan lo que están
leyendo. Queremos que los estudiantes no sólo
sepan como sumar, restar y multiplicar cifras numéricas,
queremos que comprendan conceptos matemáticos
más complejos que les servirá en la vida.
Queremos que los estudiantes no sólo conozcan
las fechas históricas, también queremos
que conozcan la razón por la cual estas fechas
y eventos son importantes y cómo ayudaron en
la formación de nuestro país y en la formación
de nosotros mismos.
La investigación nos dice que una de las mejores
formas para que los niños aprendan es relacionar
lo que se enseña en el salón de clases
con lo que está sucediendo en el mundo real.
Lo que aprendan los niños en el salón
de clases debe tener un verdadero significado en sus
vidas diarias. Deben comprender el por qué el
estudio de la historia o la realización de un
experimento de ciencias o la lectura de un libro es
importante en sus vidas fuera del salón de clases.
Si no, el tema parece carecer de importancia y valor
para ellos.
El utilizar lo que los estudiantes ya conocen o lo
que han experimentado en sus propias vidas es también
una buena manera de ayudarlos para hacer conexiones
con nuevo material. El aprender sólo mejora conforme
los estudiantes compartan nuevas ideas con amistades
y compañeros del salón de clases. Estas
conversaciones requieren que los niños aclaren
sus pensamientos. También aprenden más
de la persona con la que están conversando ya
que esa persona comparte lo que sabe y piensa acerca
del tema. Al relacionar nuevo material con el mundo
real y con las propias experiencias del niño,
además de compartir este aprendizaje con otra
gente, ayuda al estudiante a comprender nuevas ideas,
conceptos o materias.
Maria Robles tiene dos niños que asisten a la
escuela Canutillo Elementary en El Paso, Texas. Ella
apoya este enfoque hacia el aprendizaje. Esto
me indica que los niños están pensando,
trabajando y discutiendo. Los estudiantes están
trabajando juntos y no están sentados solos en
un escritorio con un libro de texto. Mi hijo ha llegado
a casa y ha comentado: Mamá, quiero ver
esto en la computadora. Quiero saber más.
En la escuela de Helen Ball Elementary en El Paso,
Texas, los maestros utilizan un enfoque balanceado hacia
lo básico con el aprendizaje basado en la práctica
y un énfasis en proyectos de mayores retos. Este
enfoque ha logrado obtener buenos comentarios por parte
de los padres de familia.
Escuchamos que los padres de familia dicen:
Cómo me hubiera gustado que fuera así
cuando estaba yo en la escuela".
Joyce Sarowski, Directora
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